Qué es un presupuesto y para qué sirve?
El presupuesto familiar es un documento que se utiliza para controlar las cuentas del hogar. Gracias a él se puede emplear el dinero de una forma responsable, sin gastar más de lo que se gana. Un presupuesto mensual ofrece como resultado un saldo final que informa sobre la diferencia entre lo que se ha ingresado y lo que se ha gastado. Si los ingresos superan a los gastos, la familia es capaz de ahorrar y estos ahorros pueden guardarse, invertirse o emplearse en algún gasto nuevo.
Por ello, sea cual sea la situación económica de una familia, el presupuesto es una herramienta imprescindible para controlar las finanzas domésticas. Un presupuesto bien confeccionado sirve para:
- Saber en qué se gasta el dinero. Hacer un seguimiento de los gastos y ser consciente de ellos evita derrochar el capital y ayuda a ahorrar.
- Dar prioridad a ciertos desembolsos, para limitar o suprimir los menos necesarios.
- Reducir o eliminar las deudas.
- Apartar una cantidad todos los meses para ahorrar, según unos objetivos a largo plazo.
- Acumular un fondo dedicado a emergencias y poder afrontar gastos inesperados (una enfermedad, una visita urgente al dentista, una avería del coche, la pérdida del empleo).
- Vivir de acuerdo a las propias posibilidades, con la tranquilidad que esto supone.
- Hacer previsiones de futuro, lo que permite hacer planes para afrontar el mañana de forma estable.
Si los gastos son superiores a los ingresos, el saldo mensual será negativo. Esto puede ocurrir en algún mes y compensarse en otros, para que el saldo anual sea positivo. Sin embargo, se debe conocer cuándo ocurre y en qué magnitud, para evitar descubiertos en el banco o situaciones que comprometan la economía del hogar.
Las cinco claves para hacer un presupuesto familiar
1. Hacer una lista con los ingresos
En la primera columna del presupuesto hay que indicar cuáles son los ingresos familiares. Las entradas más importantes de dinero son, en general, la nómina o la pensión de la Seguridad Social, en el caso de los jubilados. Otros posibles ingresos son las pensiones alimenticias, los intereses de cuentas bancarias, las prestaciones por desempleo y los trabajos extras.
Hay varios tipos de ingresos netos:
Ingresos profesionales: sueldos, pagas extras, bonus, propinas, indemnizaciones.
Pensiones: jubilación, invalidez, viudedad, prestación por desempleo, pensión alimentaria.
Ingresos financieros: intereses de cuentas y depósitos, dividendos, alquileres cobrados.
Otros ingresos: subvenciones.
Las posibilidades para aumentar los ingresos pueden ser limitadas. Si la situación lo permite, se puede intentar negociar un aumento de sueldo, cambiar de trabajo o buscar un segundo empleo.
2. Evaluar los gastos
Los gastos son todas las salidas de dinero. Para saber en realidad en qué situación se está, hay que incluir todos los gastos actuales, desde la vivienda hasta los pequeños desembolsos diarios. Y no se deben olvidar otros ocasionales como las vacaciones, los regalos de cumpleaños y las compras navideñas o las rebajas. Cuanta más información contenga el presupuesto, más válido es. Por ello, conviene recopilar los documentos necesarios: recibos de domiciliaciones, compras, extractos de bancos, libretas, talones y facturas.
Si no se dispone de toda esta información, se pueden usar cantidades estimadas, lo más ajustadas a la realidad. En algunos meses se gasta más que en otros (el desembolso en comidas en diciembre no es el mismo que en febrero y se consume más electricidad en enero que en mayo), por lo que la estimación debe ser un promedio calculado.
El problema surge cuando los gastos superan a los ingresos durante varios meses seguidos. Entonces se agotan los ahorros y hay que endeudarse para atender a los pagos. Es aconsejable que los gastos no superen el 90% de los ingresos, para poder ahorrar, como mínimo, el 10% restante cada mes. Este 10% se puede destinar a reducir deudas, crear un fondo para emergencias o acumular capital para hacer una adquisición importante y preparar la jubilación. Cuanto más se ahorra, más opciones se tienen de inversión y se dispone de más control sobre el futuro.
3. Reducir los gastos
Hasta lograr una situación financiera saneada, es de obligado cumplimiento recortar los gastos. En la segunda columna del presupuesto hay que registrar todos los gastos que se realizan cada mes y diferenciarlos según el tipo de desembolso. Conviene distinguir entre:
Gastos fijos obligatorios: su importe no suele variar mucho mes a mes y no pueden dejarse de pagar. Entre ellos figuran la hipoteca o el alquiler de la vivienda, los gastos de comunidad o los préstamos bancarios. Si no se abonan en los plazos establecidos, se aplican gastos adicionales de demora y la cantidad que se paga y la deuda aumentan demasiado. Además, puede verse afectado el historial crediticio del deudor, con lo que se dificulta la obtención de préstamos en el futuro. En el peor de los casos, si no se cumple con los pagos, se puede perder la vivienda, o afrontar juicios y demandas, con sus correspondientes costes.
Es mejor incluir a la familia y conocer con detalle los gastos de cada uno de sus miembros para confeccionar un presupuesto útil. Para conseguir el objetivo y reducir gastos, todos tienen que colaborar.
5. Aplicar el nuevo presupuesto de acuerdo a los ajustes necesarios La finalidad de un presupuesto es que los ingresos cubran todos los gastos, hasta el 10% destinado al ahorro mensual. Una vez identificados los recortes necesarios, hay que elaborar el presupuesto, comprometerse a cumplirlo y revisarlo para que se ajuste a la realidad con objetivos alcanzables. Por ello, si se consigue un aumento de sueldo, no conviene incrementar los gastos en la misma cantidad. Es mejor destinar una parte de esa subida al ahorro.
Además, para que el presupuesto funcione, hay que actualizarlo mes a mes. Es importante mantener el presupuesto familiar actualizado, en especial, los primeros meses en los que se pone en marcha y cuando es más que probable que no se tengan identificados todos los posibles gastos.
1. Hacer una lista con los ingresos
En la primera columna del presupuesto hay que indicar cuáles son los ingresos familiares. Las entradas más importantes de dinero son, en general, la nómina o la pensión de la Seguridad Social, en el caso de los jubilados. Otros posibles ingresos son las pensiones alimenticias, los intereses de cuentas bancarias, las prestaciones por desempleo y los trabajos extras.
Hay varios tipos de ingresos netos:
Ingresos profesionales: sueldos, pagas extras, bonus, propinas, indemnizaciones.
Pensiones: jubilación, invalidez, viudedad, prestación por desempleo, pensión alimentaria.
Ingresos financieros: intereses de cuentas y depósitos, dividendos, alquileres cobrados.
Otros ingresos: subvenciones.
Las posibilidades para aumentar los ingresos pueden ser limitadas. Si la situación lo permite, se puede intentar negociar un aumento de sueldo, cambiar de trabajo o buscar un segundo empleo.
2. Evaluar los gastos
Los gastos son todas las salidas de dinero. Para saber en realidad en qué situación se está, hay que incluir todos los gastos actuales, desde la vivienda hasta los pequeños desembolsos diarios. Y no se deben olvidar otros ocasionales como las vacaciones, los regalos de cumpleaños y las compras navideñas o las rebajas. Cuanta más información contenga el presupuesto, más válido es. Por ello, conviene recopilar los documentos necesarios: recibos de domiciliaciones, compras, extractos de bancos, libretas, talones y facturas.
Si no se dispone de toda esta información, se pueden usar cantidades estimadas, lo más ajustadas a la realidad. En algunos meses se gasta más que en otros (el desembolso en comidas en diciembre no es el mismo que en febrero y se consume más electricidad en enero que en mayo), por lo que la estimación debe ser un promedio calculado.
El problema surge cuando los gastos superan a los ingresos durante varios meses seguidos. Entonces se agotan los ahorros y hay que endeudarse para atender a los pagos. Es aconsejable que los gastos no superen el 90% de los ingresos, para poder ahorrar, como mínimo, el 10% restante cada mes. Este 10% se puede destinar a reducir deudas, crear un fondo para emergencias o acumular capital para hacer una adquisición importante y preparar la jubilación. Cuanto más se ahorra, más opciones se tienen de inversión y se dispone de más control sobre el futuro.
3. Reducir los gastos
Hasta lograr una situación financiera saneada, es de obligado cumplimiento recortar los gastos. En la segunda columna del presupuesto hay que registrar todos los gastos que se realizan cada mes y diferenciarlos según el tipo de desembolso. Conviene distinguir entre:
Gastos fijos obligatorios: su importe no suele variar mucho mes a mes y no pueden dejarse de pagar. Entre ellos figuran la hipoteca o el alquiler de la vivienda, los gastos de comunidad o los préstamos bancarios. Si no se abonan en los plazos establecidos, se aplican gastos adicionales de demora y la cantidad que se paga y la deuda aumentan demasiado. Además, puede verse afectado el historial crediticio del deudor, con lo que se dificulta la obtención de préstamos en el futuro. En el peor de los casos, si no se cumple con los pagos, se puede perder la vivienda, o afrontar juicios y demandas, con sus correspondientes costes.
- Gastos variables necesarios: son los suministros (agua, gas, electricidad, teléfono, etc.), la comida, la ropa o el transporte. Son gastos necesarios en la vida diaria, que se pueden reducir si se hace un consumo más moderado, como usar bombillas de bajo consumo, viajar en transporte público o bajar la temperatura de la calefacción algún grado.
- Gastos discrecionales: son todos los demás desembolsos que, en caso de necesidad, se podrían reducir o eliminar. Cuando hay que economizar, en general, es más fácil empezar con este tipo de gastos, en los que están las comidas fuera de casa, las actividades de ocio, la compra de discos y películas, el tabaco, etc.
Es mejor incluir a la familia y conocer con detalle los gastos de cada uno de sus miembros para confeccionar un presupuesto útil. Para conseguir el objetivo y reducir gastos, todos tienen que colaborar.
5. Aplicar el nuevo presupuesto de acuerdo a los ajustes necesarios La finalidad de un presupuesto es que los ingresos cubran todos los gastos, hasta el 10% destinado al ahorro mensual. Una vez identificados los recortes necesarios, hay que elaborar el presupuesto, comprometerse a cumplirlo y revisarlo para que se ajuste a la realidad con objetivos alcanzables. Por ello, si se consigue un aumento de sueldo, no conviene incrementar los gastos en la misma cantidad. Es mejor destinar una parte de esa subida al ahorro.
Además, para que el presupuesto funcione, hay que actualizarlo mes a mes. Es importante mantener el presupuesto familiar actualizado, en especial, los primeros meses en los que se pone en marcha y cuando es más que probable que no se tengan identificados todos los posibles gastos.
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