Aceptación y buena cara.
Aceptémoslo: La vida es un continuo estrés, esfuerzo, actividad constante,
no importa el motivo o el objetivo. Tanto si te toca la lotería, si
pierdes tu trabajo como si consigues el trabajo de tu vida, tu momento se
ve trastocado, confuso y en pleno proceso de decisiones y resoluciones.
Puedes acertar y te puedes equivocar: ahí está el gran reto que crea
sufrimiento en tu vida.
El nacimiento de un hijo puede ser una gran alegría a la que seguirán
momentos de estrés, cansancio, dudas y preocupaciones. La satisfacción de
un coche nuevo genera un desembolso de dinero y de mantenimiento,
preocupaciones y nuevos problemas. Conseguir en novio al que siempre
aspirabas no te acaba de garantizar la tranquilidad y la alegría
permanente que tú dabas por hecha.
Por supuesto, no todo vale, y no todo es lo mismo, y siempre preferimos
que nos pasen cosas agradables a que abunden los desastres en nuestra
vida, pero lo cierto es que la felicidad no depende tanto de que pasen
"cosas buenas" en tu vida como de la disposición o la actitud con que
afrontes las cosas que pasen, cualesquiera que sean.
Y en buena medida, el secreto reside en la aceptación.
El origen psicosomático de muchas disfunciones.
Y sin embargo, nuestra mente se ha llenado de hábitos perniciosos cargados
de victimismo (pobre de mí, esto sólo me pasa a mí, nunca podré superar lo
que mi madre me hizo...), competitividad (me duele que su hijo saque
mejores notas que el mío), rabia (¿por qué él tiene que ser así en vez de
ser como yo quiero?) y otros pensamientos dañinos que dan lugar a
emociones dañinas, que a su vez bloquean el funcionamiento normal de
nuestro organismo y perjudican seriamente nuestra salud.
Las denominadas "enfermedades psicosomáticas" son o pueden serlo
prácticamente todas -sin que ello signifique que todas las disfunciones
físicas tengan siempre un origen psicosomático al cien por cien.
no importa el motivo o el objetivo. Tanto si te toca la lotería, si
pierdes tu trabajo como si consigues el trabajo de tu vida, tu momento se
ve trastocado, confuso y en pleno proceso de decisiones y resoluciones.
Puedes acertar y te puedes equivocar: ahí está el gran reto que crea
sufrimiento en tu vida.
El nacimiento de un hijo puede ser una gran alegría a la que seguirán
momentos de estrés, cansancio, dudas y preocupaciones. La satisfacción de
un coche nuevo genera un desembolso de dinero y de mantenimiento,
preocupaciones y nuevos problemas. Conseguir en novio al que siempre
aspirabas no te acaba de garantizar la tranquilidad y la alegría
permanente que tú dabas por hecha.
Por supuesto, no todo vale, y no todo es lo mismo, y siempre preferimos
que nos pasen cosas agradables a que abunden los desastres en nuestra
vida, pero lo cierto es que la felicidad no depende tanto de que pasen
"cosas buenas" en tu vida como de la disposición o la actitud con que
afrontes las cosas que pasen, cualesquiera que sean.
Y en buena medida, el secreto reside en la aceptación.
El origen psicosomático de muchas disfunciones.
Y sin embargo, nuestra mente se ha llenado de hábitos perniciosos cargados
de victimismo (pobre de mí, esto sólo me pasa a mí, nunca podré superar lo
que mi madre me hizo...), competitividad (me duele que su hijo saque
mejores notas que el mío), rabia (¿por qué él tiene que ser así en vez de
ser como yo quiero?) y otros pensamientos dañinos que dan lugar a
emociones dañinas, que a su vez bloquean el funcionamiento normal de
nuestro organismo y perjudican seriamente nuestra salud.
Las denominadas "enfermedades psicosomáticas" son o pueden serlo
prácticamente todas -sin que ello signifique que todas las disfunciones
físicas tengan siempre un origen psicosomático al cien por cien.
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